48_ Una vez, nada más, eternamente, en la distancia. Yo no puedo cambiarte.

No quiero ser tú, otra vez más. ¡¿Quién habla?!.

Y si yo te digo que el viento nos ha elegido.

Y si yo te digo que la luna sonríe quemada preciosa, siempre, que tú estás.

Y si se te digo, que el fuego es una mentira para la fuerza y el desenfreno que me otorgas cada vez que decides, caer en mi red, de pescador de almas, tenues como la brisa de tu mirada.

No digas que no advertí, del peligro, porque siempre el peligro te atrae en mis amores de mentira, besándonos la boca. En la locura, están contadas ya las horas, ¡¿no te das cuenta?!.

No digas que no mordiste el corazón que dejé para ti, en bandeja de plata, para que aprecies mis despojos. Mi verdadero miedo, cultivado de tantas, que deseo bajar al infierno.

No he dicho nada, olvida, olvida mis palabras.

Y si te digo, que soy el duro mar que destroza toda marea de sentimientos ofuscados, aprovechándose, siempre de la libertad. ¿Marcharías?, ¿correrías?, ¡¡grita!!, me dejarías, como todas.

No, no me mires, si giras tu rostro hacia atrás, solo sucedió nada más, ¡injúriame!, porque así me liberas, de todos mis pecados, y más, que en el desconcierto, ya abandoné el hablar, de ti.

¡¡Quién alza una espada, diciendo te quiero!! Mil y una noche más. O es que tengo miedo, y replico, si eres tú, la que tiembla. Nada más.