Soy el invierno, duro como nunca existió.
No sé decir, solo observar, y ver, que no tengo nada que decir... Solo observar, en el silencio inmutable. No yo he de ser yo quién ha de hablar, de este mundo. Y de sus justicias e injusticias. Disculpen, si deseo ser, mero espectador, de las desgracias o de las victorias de moral. Solo sé, que en mi, solo manda mi corazón. Guardaos "de las peleas para el" Usted. No me conciernen, no lo expreso con prevaricación, más bien con mi allegada inferencia, allá, si la entiende el "Usted". No justificar, observar, y decidir, pero acerca de mi, exclusivamente. Pues mi corazón está en pena, mas no en las puertas de la sangrienta corrupción.
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