Hoy pensé en toda mi vida, y quizá me equivoco demasiado, y necesito verme en la normalidad para sentirme uno más. Siempre evité las comparaciones, siempre miré muy alto. Siempre evité sentimientos tristes, y curiosamente me refugio tanto en ellos. Por eso necesito escribir, una necesidad de siempre expresar, quizá, así me siento más normal. Evito gritar, y deseo tanto gritar, que todo suena tan triste, tan vacío. Siempre quise luchar, y siempre luché en mi propia vida, mis metas... Siempre apartado, de lo que tanto añoro, en el fondo. Quiero quererme, y tan incapaz, la lucha eterna, entre mi esencia y mi evidente búsqueda de la aceptación de los demás. Haciendo de la contradicción mi vida. Sí, un día que nunca viene. Tiemblo de tanto miedo, que ya no lo siento. Siempre necesitando explicar mi vida, que si acepto y como la deseo, no encaja en ningún mundo. Apartado, encontrando sosiego en la soledad. Pero todo no fue en vano, tuve mil vidas, y ahora solo me vale la mía, para bien y para mal. Siento que se tambalea mi demencia. Quizá la cordura sabe a poco, pero imaginaré en los mundos de mis sueños. Libraré mil batallas imaginarias, saliendo siempre victorioso y airoso. ¿Quién no?. ¿Acaso quién no se miente a sí mismo?. Perderse en la belleza de los sentimientos no compartidos que me hacen un poco humano. Destellos de carencias. Oh! vida, quizá no te entiendo, o no deseo entenderte. Dueño del vacío que me asedia, saco otra daga del corazón que se empeña en no darme la razón. Y a oscuras escribo canciones, tratando de retener siempre los momentos en que se asoma la luna. El telón se abre, una obra de teatro comienza, la contradicción solo tiene un sentido en dos, y a medida que me despojo de todos pensamientos, verdaderos o inciertos, acallo mis dudas, y duermo en el cielo, o el infierno, fácil cuna, para un alma perdida, que no cesa de encontrarse a sí, una y mil veces, eternamente en el sofoco, de la mentira.
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