Quizás demasiado peso también el asignarse la tarea de hacer un libro sobre el sexo y no verse a la altura de tal tarea, porque ello conlleva más responsabilidad de la que quizá yo habría apreciado, pensado, pero primero he de decir que he hablado de un libro de diez, once, o cien vergas, que no había sido editado, pero no me puedo afanar en eso, debo buscar principios solventes, que hagan de mi vida aunque haya asumido la tarea de por lo menos intentarlo, y llegar a ese climax, pero por ahora mantengo mi decencia en la escritura, hasta tal punto que yo pueda decir si me favorable o si creen que ello conduce a decirme eso, que el lector o lectora podrá imaginar todo cuanto ella o él desee, donde la mente no es límite alguno y las palabras tampoco, donde los actos que puedan surgir de las palabras, no son más allá y fuera de todo delito, que cada uno pueda utilizar éstas, palabras, y su cuerpo como quiera, donde quiera, imaginando, teniendo, cien, percibiendo, frotando, sudando, cansándose, preparándose, vistiéndose, arreglándose, durmiendo, soñando, mañana saldré de la habitación, hace sol y tiene que haber alguien más como yo, tuvieron que sobrevivir más vampiros, en algún sitio por ahora, guardo mis colmillos, siento que he pasado mucho tiempo, demasiado ya para seguir vivo en la imaginación, cuatro fotones se interrogan, y se preguntan por qué vinieron a mis ojos, un día iluminaron mi pensamiento, como una sombra, silueta tan tan, silueta, que cuando voy con la fresa, no voy con los labios, y cuando voy con los labios, no voy a por la fresa, pero ella dirige el concierto, si podemos poner música también... ¿Preguntas?.
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