646_paradisíaco poesía

 Todo el mundo tiene un límite, aunque los límites existan aunque sea para finalizar y comience un nuevo principio, no trato de ser nada de lo que no soy, me gusta la gente, me gusta la compañía de una claridad y calurosa y cálida y nítida conversación donde se abren las posturas donde se abre el entendimiento donde ni la ignorancia ni la estupidez pueden entrar, donde solo el humano puede pensar cosas grandes jamás contadas, que un día podrían descubrirse para no aparecer jamás en la faz de la tierra, cuando en un día llovió, hizo frío y calentó el sol, en aquel planeta una cabeza, una vida y un corazón claman el mismo clamor, clama, clamor, clamor por tener un corazón, clamor por ser libre, clamor por poder saborear la felicidad, y también así conseguir algo de satisfacción o placer, vicios mundanos, y  el sonido del viento destroza el escenario, como si fueran palillos, todos los pensamientos del jugador, haciéndose el jugador participe de una derrota que, de superar esta vez, la apuesta será el doble, con la cabeza cabizbaja, sin uno en buena preocupación, ya ni tampoco siendo sinceros, ninguna victoria, el hombre cabizbajo dijo, cómo no lo vi venir!! como fui tan ingenuo!! es acaso la oscuridad lo que teme el hombre? o quizá el hombre que no conoce de los desiertos de las serpientes? de los peligros que siempre están al acecho?, tac, tac, tac, taconeo y con una gran simpleza, espléndida y esplendorosa la muchacha se aleja en una silueta hecha solo para ella, que se vislumbra en el centro del mismo sol en su puesta número infinito más uno, cuando ya había aparecido la tierra, eran dinosaurios, eran hormigas, y cada vez que piensa la noche los seres más oscuros, se despiertan de mi pensamiento, pensando muchachas, pensando en carne, pensando en nada!! la libido se levanta y el hombre daría completud cuando finaliza la escena, escuchame! sufrí! cabeza cabeza!! largo largo!! y casi, eterno silencio.