645_ retomando la poesía

  Me siento solo, sin rumbo, como un alma perdida, como fui siempre, como un vagabundo, como un marginado más, como alguien sin historia, sin vida, sin identidad, roto, deshecho y soñando siempre, contigo. Advirtiendo que un ser tan nauseabundo nunca podrá merecerte, y consciente de que las almas perdidas como la mía se queman en los infiernos, y  también de las historias de falsos cielos, y de las afirmaciones de los corroídos de que existen paraísos, en una humanidad, ¿cómo decir? humano, tan mezquino, tan mezquino,  siempre mezquino, ante tantas injusticias, ante tantas barbaridades del mundo, sufrimientos, injusticias, pobreza, hambre, asesinos de niños, etc.  Y como siempre humano mezquino por todo ello, siempre todos pasamos los ojos mirando, y a lo mejor una pequeña lagrimita hipócrita, que nos engaña el corazón diciendo oh! qué suerte! qué mal están por allí!. Mis infiernos son distintos, mis infiernos son de gente con dinero, o quizá con dinero que se quema en una hoguera, mientras se consume el cuerpo, vicios de dinero sucio, que destrozan mis pensamientos, mi cuerpo, mi vida, enfermedad de matar a pobres almas lanzándolas a insoportables infiernos, infiernos del mundo de los ricos, mis infiernos, oh! pobres diablos, oh! pobres malditos, más mi experiencia, y sin alzar la voz, reconoce que poco os distinguís de los aplaudidos, y laureados por todos en la sociedad, siempre alabando a los falsos ídolos, así se llaman los que triunfan, a los la sociedad apremia, pero retumba y sigue en la esquina, el humano llorando siempre el mismo lamento oh! qué mal están por allí, que suerte estar así, calentito en nuestro hogar, mandándolos al infierno, para sentirnos mejor. Y así querida mía, sigo viviendo, sin conocerte, sin hablarte, sin verte, sin poder oírte, sin poder sentirte, y más aún así, sabiendo que en alguna parte del mundo, existe alguien, que pudiera comprender, lo digno que es una lucha de titanes. Adiós mi amada quimera inventada, para no sufrir en en ésta hoguera, donde se quema hasta la última lágrima, tuyo siempre, ya lo sabes, mi nombre, el eterno desconocido. Quizá pensar que todo un día pueda ir mejor sea el mejor pecado, pero también la mayor ceguera que destruye el mundo. Hasta otro día, querida amada, querida mía, mi alma gemela,  mi maldita quimera, mi sucedáneo para las tristezas, adiós y no mires atrás, corre, salta, vive.  Y nunca olvides que hay alguien en alguna parte del mundo que siempre y nunca deja de llorarte.