Es vuestra ambición insana por el reconocimiento, no por el conocimiento, lo que me repudia incluso de los físicos, yo hice ésta tesis, yo gané este premio, yo gané el Nobel, yo descubrí ésto, fui yo yo yo yo yo yo yo yo yo yo yo yo el qué, puedo tener muchos defectos como humano, pero no busco reconocimiento, busco aceptación, que es una palabra muy distinta, que está a mil leguas de de distancia de vuestras ansias por aplausos sin importar las personas que los otorgan, sí es verdad, dentro de mis defectos, pero mucho más digno mí objetivo, que la malversa mente contaminada de la búsqueda de reconocimiento, aunque se excuse en el conocimiento, es lo que más me repudia... Hay un universo entre vosotros y yo, por eso no me gusta que se utilicen mis ideas, no hay agradecimiento, hay decir me aprovecho de ésto, y las auto-justificaciones que se puedan inventar, ¡fui yo, yo yo yo merezco el galardón!, sois tan mediocres que haré una comparación: la confianza da asco, buscar el reconocimiento por encima del conocimiento me repudia en lo más hondo de mi alma, tanta mediocridad en los galardones, es hasta pueril, maloliente, y hasta de personas amedrentadas que no saben reconocer lo verdaderamente importante, un galardón no vale absolutamente nada. ¡Coleccionarlos, y acumulen las vidrieras de vuestros hogares!. Oh!, cuánto esfuerzo por conseguir ésto, este galardón con esta figura tan fea incluso para decorar. No me engañen mil galardones expuestos, apartarme de ellos...Pero quizá salve algo, haciendo una diferencia, al que busca el reconocimiento por encima del conocimiento, no merece ni agua, el que es sorprendido por un reconocimiento, sin buscarlo, atento a su investigación, atento a su curiosidad, ilusionado, vivo, ese sí merece el galardón, y quizá lo aprecie de una forma, un poco más cálida de humanidad.
Nota: hoy Einstein y Newton por no mencionar a otros no valen nada, podréis atiborraros de galardones y condecoraciones hasta que no os lleguen lugares dónde ponerlos, y no valdréis nada, absolutamente nada, más y sin embargo, una sola lucha de un inmigrante en una patera consciente del peligro que amenaza su vida, se convierte en una hazaña, tremendamente elevada y digna, y cualquier búsqueda de reconocimiento por reconocimiento, cae como un simple puñado de folios mal escritos, sucios de impureza y con tachones, ante esa hazaña en búsqueda de una vida digna, algunos humanos se parecen más a una creación diabólica, que divina. Y pasarán un mil siglos y un millón de galardones, y no habremos avanzado nada. El galardonado llora emocionado por aplausos y aplausos y aplausos y llorará y llorará emocionado, ¡¡he conseguido ésto!!, y respirará profundamente escuchando los aplausos sin atender a quién se los da, sin absolutamente importarle nada de quién provienen, dejando claramente reflejada así, toda su mezquindad y mediocridad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario